Según una encuesta sobre hábitos de estudio solicitada recientemente por una conocida fundación española, los estudiantes de educación primaria y Secundaria suelen estudiar o realizar sus tareas con la televisión de fondo o a la vez que navegan por la red. De hecho, la mayoría de alumnos cuenta con una consola, un ordenador personal y una televisión en su propia habitación.
Así mismo, según los datos registrados, los estudiantes españoles dedican tan sólo hora y media al estudio; frente a las más de cuatro horas que se emplean en la programación televisiva, los videojuegos o la conexión a Internet. Es más, la mayoría de alumnos suspensos presentan problemas evidentes de concentración y se ratifican con contundencia respecto a su disgusto por los estudios.
Lo cierto es que la capacidad de concentración constituye prácticamente una necesidad a la hora de efectuar razonamientos e interiorizar el aprendizaje, aunque da la impresión de que la mayoría de escolares desconocen por completo esa sensación. A ese respecto, muchos de los encuestados afirman hallarse rodeados de otras personas que conversan mientras estudian, sin olvidar a los que escuchan música o simplemente se dedican a sus tareas en la cocina o el comedor.
Evidentemente, las condiciones detalladas no constituyen el entorno ideal para favorecer el estudio y la concentración, pero no son el único motivo que contribuye en el fracaso escolar. Al parecer, las técnicas de estudio más comunes no son precisamente las más adecuadas, pues muchos escolares aseguran que su táctica consiste en aprender de memoria los textos y explicaciones.
Qué duda cabe de que la concentración es esencial para superar las materias con holgura, aunque tal concepto suela asociarse con cierto “aburrimiento”. Según los expertos, la clave en estos casos y de cara a los procesos de aprendizaje en general se encuentra en la capacidad de motivar por parte de padres y profesores o de disfrutar de la motivación desde el punto de vista de los estudiantes.
Se puede conseguir un estado de concentración agradable, disfrutar con el estudio y aprovechar los beneficios de la “mente productiva”. En ese sentido, nuestro estudiante “mentalizado” descubrirá que puede realizar sus tareas en la mitad de tiempo que habitualmente, que le resulta fácil memorizar cuando existe una comprensión previa de la materia o un esquema visual, que la concentración le ayuda a entender y efectuar todo con mayor rapidez y; sobre todo, que aún le quedará tiempo para ver la televisión o navegar por Internet, nada más terminar…
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